jueves, 24 de enero de 2008

Tiempo Nuestro



El tiempo pasa desde hace quién sabe cuanto...tiempo. ¿Es que nadie se va a preguntar nunca en qué piensa? Condenado desde... tiempos inmemoriales a pasearse por las calles, por los bares, por las dunas, por las nubes, a apoderarse de vidas ajenas acompañándolas hasta su extinción y aún siguiéndolas después, quién sabe hasta cuando, no ha tenido ni un sólo instante de respiro desde que llegó al mundo. Una cólera irreprimible se apoderó del tiempo en cuanto su creador le anunció su destino. El tiempo está melancólico, el tiempo es melancólico, el tiempo lo ha visto todo, añora... tiempos mejores, quiere parar, y no puede. El tiempo se siente impotente y está furioso. Si es injusto es porque se ha visto obligado. Sabe que el mundo llegará a su fin y que él asistirá igual que asistió a su principio, y que, aún después, él seguirá ahí, siempre expectador, pasivo a la vez que fatalmente constante. Malditos sean aquellos que quieren hacernos creer que el tiempo es medible, que pasa igual para todos. Malditos aquellos que como fieles vasallos creen en esas osadas palabras. El tiempo es versátil, mi tiempo no es tu tiempo. Para mí mucho, para ti poco y viceversa en un mismo espacio. Mi tiempo es mío. Es injusto, es justo desde otra perspectiva. El tiempo sólo intenta vengarse por su cruel existencia. Envidia a aquellos que poseemos el magnífico don de la mortalidad y nosotros, simples ignorantes, tememos más que a nada la hora de sumirnos en ese espléndido y etreno letargo. El tiempo vuela para quienes no lo quieren, deambula para quienes lo anhelan. ¿Injusto? Lo único que quiere el tiempo es morir.

Andrómaca



Y baja sigiloso por las escaleras, taciturno, o simplemente ausente. Sin brazo al que aferrarse para no caer si tropieza, sin necesidad de brazo al que aferrarse porque él, no tropieza. Sin mirada, sin rostro siquiera. De corazón protegido por mil y una corazas de hierro forjadas con inconcebible minucia por mil y un sucesos desconocidos, erosionados sin piedad por el viento hasta su completa extinción.
Increíble e inusual especie que posee la capacidad de mirar y no ver, y no de ver sin mirar como el resto de los mortales.
Incapaz de conmoverse con el reflejo de la luna llena en un mar de ténue quietud sin precedente, y sin embargo capaz de conmover la más metalizada de las almas con cuerdas de tierna exactitud.
De modesto pasado, gris pero pretenciosa existencia y espléndido porvenir sin contratiempos.
Atado por un realismo desolador y desprovisto de sueños utópicos, anda siempre con un rumbo premetitado.

Nunca aprendió a llorar.

Manos de nuestra infancia


... Las manos, ésas que tejieron veranos, hirvieron porvenires y tocaron sueños, ésas mismas, comienzan a agrietarse. Ya hace tiempo que se pueden percibir manchas en tonos marrones, tan redondas como un vientre en estado de buena esperanza, pero ahora, se empiezan a enfriar...

Mariposas



... Cientos de mariposas de colores se cruzan, entrelazan, bailan y chocan a ritmo de vals. Su colisión provoca el estallido rimbombante de luces rojas, verdes y azules que, como fuegos artificiales, disimulan levemente la humildad de un efímero instante. En menos de lo que tarda en pasar un momento, todo vuelve a su grisácea normalidad...